SIBO: una entidad con creciente prevalencia tanto en atención primaria como en gastroenterología
¿En qué consiste el SIBO?
Las consultas por síntomas o manifestaciones gastrointestinales suelen ser por demás frecuentes tanto en atención primaria como en gastroenterología. En este marco, también resultan relevantes los llamados desórdenes funcionales que afectan al tubo digestivo por el notable impacto sanitario que ejercen. Estos desórdenes funcionales se clasifican a partir de los criterios de Roma (así llamados en honor a la ciudad italiana donde se reúnen periódicamente los especialistas en estos trastornos digestivos desde hace más de 30 años). De esta manera, se reconocen diferentes cuadros que se expresan a través de diversos síntomas gastrointestinales, reflejando distinto tipo de desórdenes, entre los que se encuentran las alteraciones de la microbiota intestinal.
El intestino en su conjunto contiene bacterias y otros microorganismos en cantidades variables que, en situaciones normales, viven en proporciones armónicas y adecuadas. A este ecosistema se lo que conoce como microbiota y requiere de biodiversidad, acompañada de un necesario equilibrio entre las distintas cepas bacterianas.
Cuando se altera o incluso se rompe de manera manifiesta ese equilibrio, estamos ante la presencia de una disbiosis que puede definirse como un desbalance de la microbiota intestinal que impacta negativamente en la salud digestiva.
¿En qué consiste el SIBO?
El sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO por sus siglas en inglés) se produce cuando se registra un aumento anormal de la población bacteriana en ese segmento intestinal. El intestino delgado es la fracción más extensa del tubo digestivo, alcanzando en los adultos una longitud promedio de alrededor de 6 metros. De esta manera, en el SIBO se observa una proliferación anormal de bacterias de tipo colónica (gérmenes que habitan el colon o intestino grueso) en el intestino delgado. El SIBO puede considerarse entonces un tipo de disbiosis. El organismo dispone de distintos mecanismos de protección para garantizar el equilibrio de la microbiota del intestino delgado y así prevenir la colonización bacteriana excesiva. Cuando estos mecanismos resultan insuficientes o ausente se plantean las condiciones para la aparición de SIBO.
Si bien no se ha individualizado una causa única y definitiva para el SIBO, existen varios factores que pueden contribuir o aumentar el riesgo de desarrollarlo. Estas situaciones con sus mecanismos de producción, aparecen resumidos en el siguiente cuadro.
Por otro lado, el consumo puntual de algunos medicamentos representa otra causa que debe tenerse en cuenta. Así por ejemplo, el uso frecuente y prolongado de antibióticos puede asociarse al SIBO al alterar la flora bacteriana intestinal normal.
Entre los síntomas y otras manifestaciones clínicas que acompañan al SIBO, merecen mencionarse:
· Dolor abdominal
· Náuseas
· Distensión abdominal
· Diarrea
· Pérdida de apetito
· Sensación de saciedad luego de comer
· Pérdida de peso
· Malnutrición
Con relación a estas últimas situaciones (pérdida de peso y malnutrición), pueden corresponder a las complicaciones asociadas a la persistencia del SIBO como la malabsorción de nutrientes y el déficit de vitaminas (A, B12, D, E y K). También puede verse afectada la absorción de calcio con el riesgo potencial de osteoporosis.
Es muy importante seguir perfeccionando el reconocimiento de estos cuadros y la toma de conciencia de su importancia sanitaria. Las manifestaciones clínicas del SIBO pueden ser tan intensas como inespecíficas, por lo que se impone estar atentos para optimizar su diagnóstico y facilitar un tratamiento que mejore la calidad de vida de los pacientes.
Bibliografía
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