Colesterol alto: buenos hábitos y un aliado sorpresa en la dieta para bajarlo
Actualmente, hablamos de hábitos saludables para combatir el colesterol alto: una buena dieta, actividad física y medicación en algunos casos. Pero de ¿qué tipo de dieta nos referimos?, ¿alcanza con reducir las grasas saturadas?, ¿existe otra vía?, ¿qué consecuencias trae el colesterol alto?
Hace bastante tiempo que quedó demostrado que el colesterol elevado en sangre, particularmente la fracción llamada LDL o “colesterol malo”, como se lo conoce en el lenguaje diario, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares a nivel coronario, cerebrovascular y en las grandes arterias de los miembros inferiores. En nuestra sociedad, ciertos hábitos actuales como el sedentarismo, el consumo de alimentos ultra procesados y el exceso de peso son, también, factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, tanto por sí mismos como por aumentar los niveles de colesterol en sangre.
¿Cuáles son los hábitos para disminuir el colesterol en sangre?
Cuando una persona mayor de 50 años tiene colesterol elevado en sangre, una de las primeras medidas que deben tomarse es dieta y actividad física. En segundo lugar y en base al riesgo cardiovascular estimado con distintas tablas, también se podrán indicar medicamentos para reducir el nivel de colesterol en sangre. Los dos objetivos primordiales que persiguen la dieta y la actividad física son:
● Disminución de peso en una persona con exceso de peso e hipercolesterolemia: contribuye a bajar el colesterol en sangre y reduce el riesgo cardiovascular
● Reducción del aporte de grasas saturadas con la dieta. Si bien es cierto que de la cantidad total de colesterol del organismo, 25% corresponde al colesterol de la dieta y el 75% restante proviene de la síntesis de colesterol por el hígado (ocurre que el colesterol se encuentra presente en las membranas de las células de muchos de los diferentes tejidos que forman el organismo y son la base sobre la cual el organismo produce algunas hormonas).
La importancia de la dieta se ha revalorizado, debido a los conocimientos que se van descubriendo sobre las múltiples funciones que desarrolla el microbiota intestinal. Lo que se ha indicado siempre es la reducción del aporte de grasas saturadas. Este tipo de grasas proviene, fundamentalmente, de los animales: la carne, los derivados de la leche, las vísceras. Salvo algunos cortes de carne que son particularmente magros o pobres en grasas, la mayoría de los cortes tienen grasa, no sólo por fuera sino también entre las fibras del músculo. Además, la cocción las transforma. Las vísceras son particularmente ricas en grasa y los derivados de la leche, cuanto más “compactos” son, más grasa tienen (en 100 gramos, el queso provolone tiene más grasa que la ricota).
El aliado sorpresa para reducir los niveles de colesterol
Adicionalmente a ello, y quizás más importante, debido a la magnitud del impacto que puede llegar a tener, es el aporte de probióticos en la dieta y su interacción con el microbiota intestinal. Los probióticos son alimentos que contienen ciertos grupos bacterianos que interactúan con el microbiota intestinal y que son capaces de reducir los niveles de colesterol en la sangre por diferentes mecanismos.
Uno de estos mecanismos es reducir la eficiencia de las sales biliares. Las sales biliares son producidas en el hígado y eliminadas con la bilis durante la digestión, su principal función es emulsionar las grasas para que puedan ser absorbidas. Las bacterias incorporadas hacen que las células de la pared intestinal no puedan incorporar tan fácilmente las grasas, ya que éstas se “pegan” a algunas fibras no digeribles o impiden que las sales biliares emulsionen las grasas y, por tanto, se pierden con la materia fecal.
Otros mecanismos mediante los cuales los probióticos reducen la absorción de colesterol son: la incorporación del colesterol a la pared de los lactobacillus (dadas las características de estas “bacterias beneficiosas”, el colesterol se incorpora a la pared de ellas y no puede atravesar la pared intestinal) y la imposibilidad de formar micelas (partículas de pequeño tamaño, formadas por la acción de las sales biliares sobre las grasas de la dieta y que, de esta forma, pueden atravesar la pared intestinal y pasar a la sangre).
También, ciertos lactobacillus pueden favorecer la transformación de colesterol en coprostanol; esta sustancia no se absorbe y la menor disponibilidad de colesterol reduce la cantidad que pasa a la sangre. Además, estas especies de lactobacillus pueden transformar “selectivamente” ciertos alimentos y generar mayor cantidad de ácidos grasos libres, lo que reduce los niveles de colesterol en sangre.
Conclusión: hoy en día, la dieta para reducir los niveles de colesterol en sangre no sólo apunta al aporte de grasas saturadas (de origen animal) sino también al aporte de probióticos, que interactuando con el microbiota intestinal, reducen la absorción de colesterol por diversos caminos.
Referencias Bibliográficas:
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